miércoles, 30 de diciembre de 2015


Me han echado de mí misma
para dejarme sitio
para volver
a olvidar
me
.



Wake up

I wake up, I'm nowhere, I'm in myself
and I'm afraid, that someday
I'll wake up, somewhere, anywhere
or I won't wake up at all

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Fiesta de alambre y burbujas

Llega la Navidad y os emborracháis a críticas, el estereotipo de la festividad en esencia. Rompamos una lanza a favor de lo olvidado, juguemos a creer que nunca lo hemos vivido. Estoy encriptando un mensaje milenario, para hacerlo parecer nuevo, nos aburrimos de lo vivido y lo revivimos con los ojos cerrados. Hipocresía en rojo y blanco, escepticismo en bastones de caramelo, somos nosotros los malos, no hay días menos buenos. He subido el volumen de los villancicos para dejar de oírme a mí misma, ojalá la nieve me refresque las ideas. Beberemos por nuevas decepciones, como siempre, de la copa con menos experiencias y de la bebida que menos nos haga experimentar. Volveremos a hacerle fotos a árboles de alambre, las raíces de metal nos atan al suelo. Fingiremos creer en un Dios que nos vende el tres por dos, nos saturamos en vales de descuento para el destino. Os invito a ser cínicos, abrazad a vuestra familia soñando con las burbujas de la copa infinita del olvido, comprad jerséis de cuello alto para proteger vuestras gargantas del aire festivo, vomitad reproches en cenas familiares. Mi lanza no llegará muy lejos, ni siquiera deshilachará un hilo de vuestros jerséis- armadura, apagaré las luces de mi árbol a la vez que mi consciencia. Olvidad esto, olvidad la lanza, olvidad ser cínicos. Olvidad. Entonces beberéis de la copa de las fiestas vacías y plásticas, de los regalos- atrezo, de la fantasía del croma. Hoy dejadme ser crítica. Hoy dejadme beber del olvido, y crear para mí mi propio escudo de plástico y burbujas. Dejadme creer que nunca lo he vivido.

Ya


Cansado, mustio, hastiado, taciturno, exánime, aburrido, harto de preguntar
Antes de disparar,
Me lancé por el precipicio queriendo
Aun sin saber donde me estaba metiendo.
Pero me dio igual entonces y ahora
Porque fue la primera vez que sentí  el viento en mi cara.
Completa libertad,
O falta de control sobre mí mismo, como lo quieras llamar.
La cosa es que a veces es tranquilizante
Saber que no depende de ti el estrellarte.
Es cierto, la hostia me la pegué contra el suelo
Y sentí un dolor poco familiar, para el recuerdo.
Desde allí abajo, tumbado,
Pensé que sólo me tenía que levantar para confirmar que había ganado.
Entonces sonó el despertador,
Pisa suelo firme, cobarde,
Que un día nuevo te espera

Para seguir sin ser dueño de nada ni nadie.

Aportación: AG

domingo, 20 de diciembre de 2015

Fríos

Mis zapatos suenan a pies fríos. Hemos vivido muchos fríos. Muchos se olvidaron de que ya no era invierno. Yo me olvidé de que ya no era ayer. Seguiremos en el hoy, en diferentes realidad de una misma mentira, en la gravedad cero de la luna que inventamos, e hinchamos con palabras, antes de que llegara este frío, y este pseudoinvierno. No tengo nada que decir porque seguramente hable de todo, del color de nuestra sombra en los charcos de neón, de las pintadas que observamos en el callejón anónimo. Ahora camino, con esta música gélida como compañía, y a veces el hielo me abraza por dentro y me hago dura, creyendo que puedo con todo, alguna vez he creído que podíamos vencer a las máquinas, cómo si me hubiera olvidado de mis lágrimas infantiles cuando descubrí el breve ciclo de vida de las mariposas.No, no ganaremos a un aparato sin alma, ni aunque el hielo nos sirva de escudo. Podríamos ser los seres más desprotegidos de este planeta caminando por caminos desconocidos con armas de juguete y miedo, sobre todo miedo. Me creo vulnerable, y por tanto humana, y veo esta raza humana vulnerable, bella y rota, sobre todo rota. Crearemos máquinas para intentar soldar nuestra brecha, crearemos amor artificial, soldaremos corazones de metal en los que el frío no pueda colarse, nos crearemos a medida para olvidarnos. Eso somos, unos seres olvidados, bajo el mando del dios más cruel que no es más que nosotros mismos, mirando al cielo, y creyendo ver una luna más, la nuestra, la que inventamos. Yo también la sueño a veces, y entonces cierro los ojos a esperar que se congele en mi mente, con estos fríos que vivimos. Hoy duermo en el camino, bajo un mapa de estrellas perdidas y viejas, preguntándome si son cálidas o están como nosotros, prefiero dormir mirando nuestra tierra moribunda a hacerlo mirando arriba e imaginando un vestigio de luz azul en este firmamento muerto. Al despertar espero que las personas tóxicas que quieren protegernos del invierno eterno hayan inventando un trozo de metal que me enseñe a no soñar , y mientras tanto, me resguardaré en el frío, engañándome diciendo que es cálido, como siempre, soñando.

A la eternidad

Tengo mil años por desperdiciar y una cartera llena de margaritas secas, no espero que me lleves de viaje a Saturno, tan solo que vengas a despedirme a la estación (espacial o no) y que me mires a los ojos cuando diga adiós.  Me presento voluntaria para vigilar a los hijos del mañana desde la critica del de hoy, para salir un domingo a pescar sorpresas y cazar olvidos, para atrapar caracoles furtivos en el pico de una montaña desconocida. Voy a enseñarle retórica a las mariposas mientras espero a que aparezcas y me lleves al baile de huellas invisibles, y seamos todo luz y anonimato . He apagado las luces de mi habitación para aprender a ver en la oscuridad, he conseguido ver sombras donde antes no las había, a oler pensamientos y a sentir miradas ajenas. He preparado un baño de lavanda, sin agua, he mantenido cientos de conversaciones mirándome desnuda en un espejo, nunca estoy de acuerdo conmigo misma. Me he encerrado en una caja atada con luces de neón, y me las he comido todas, para brillas por dentro. He desperdiciado mil años, y aún me quedan mil más.

miércoles, 16 de diciembre de 2015


<< Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. >>




Aportación: Anónimx 

Bosque de cera y cenizas

Me he puesto a contar todas las primeras veces, hasta que he dejado de poder hacerlo. Hoy es la primera vez que celebro un mes escribiendo, o más bien publicando, porque las cosas privadas a veces se hacen tan pequeñas y opacas que parecen no existir. Alguna vez me han dicho que compartir nos hace más, y, por primera vez, estoy empezando a creerlo. No recuerdo la primera vez que sonreí, dudo que nadie lo haga, no recuerdo la primera vez que relacioné el color azul con el cielo, ni la primera vez que lloré con una película. Sin embargo, recuerdo perfectamente el color del día de la primera vez que sentí cierta caricia, o el olor de la primera vez que me sentí lejana. Es extraño como funciona la memoria, tampoco recuerdo la primera vez que pensé en ella, ni cuántas veces lo he pensado desde entonces. Vivimos contando, hacia delante y hacía atrás, las primeras y últimas veces de nuestra vida, una cuenta atrás muy larga o una enumeración demasiado breve. Es extraño cómo pensamos que todo es extraño, menos nosotros. No he olvidado la primera vez que corté todos los hilos que me unían al globo que solía creer mi mundo, y me tiré al vacío. Es extraño que no recuerde la caída, quizá la extraña soy yo, quizá aún no he tocado el suelo, y antes de estrellarme recuente mis primeras veces. Es posible que esta sea la primera vez que leéis esto, y mientras saboreáis una a una las palabras esta muriendo otra de vuestras primeras veces. Nunca me ha gustado leer algo solo una vez, he matado a todas mis primeras veces de golpe, para atacar sin piedad la segunda o tercera.
En cierto modo esta vez es diferente, sintiendo como se extingue esa primera vez, como se apaga, como si fuera una vela, feliz primer mes. Feliz primer mes de muchos llenos de primeras veces, feliz bosque de cera y cenizas.

Sinfonía en Sol(edad)


No sé que me da mas miedo si que me encuentren el tabaco o tus labios

Recorrer tu columna a trompicones

No sé que me da mas miedo si los mios o superarlos

Perder la nocion del tiempo entre tus piernas

No sé que engancha mas, si la nicotina o tus brazos

Leer tus cicatrices en braile

No se que da mas miedo si despertar o seguir soñando

Y jugar a ser daltonico en tus ojos

No se que es peor si fingir o seguir soñando

Darte cuenta de que lo real te lo has inventado

Aportación: Anónimxx

domingo, 13 de diciembre de 2015

Alguna vez

¿Alguna vez
os habéis mirado desnudos
y os habéis reconocido
sin pensar en ser vosotros?

¿Alguna vez
os habéis querido tanto
como para reconocer
vuestras huellas en la arena?

Tengo dieciocho años
de inmensa ignorancia
sobre mí y el mundo
y no quiero ignorarla más.

Tengo dieciocho años
en un cuerpo anónimo
para mi y el mundo
lleno de ideas conocidas.

Tengo muchos años más
para aprender la cadencia
de mis palabras y mis pasos
al dejar plantadas mis ideas
en un mundo que se niega
a dejar crecer nada nuevo.

Interrogantes amigos

¿Cuando llega ese momento en el que una persona que escribe empieza a llamarse escritora? ¿ Quién decide cuándo y cómo? Es tan solo una palabra, escritora, cuatro silabas. O no. Quizá es un poder. Tal vez encierre una magia invisible que solo llegue a nuestra voluntad, o vanidad. Una persona que escribe, ¿es una escritora? He visto a niños escribiendo en hojitas llenas de rayas y colores, ¿acaso son escritores? También es una palabra que da miedo, nos escondemos detrás de definiciones para no pronunciarla, tenemos miedo de darnos el poder, y que luego otros nos lo quiten. Terror. Estamos aterrorizados, de decir que somos escritores y recibir miradas de rechazo o de incredulidad, ¿Cuántos best sellers hay que escribir para ser escritor? ¿Tienes que morir joven para ser escritor? ¿No era escritor cuándo vivía? ¿Has de ser infeliz para ser escritor?
El día que dije que estaba triste me dijeron que escribiera una novela, ¿no habría valido la pena si la hubiera escrito cuando aún despertaba con ganas de sentir? ¿Solo valen las palabras de la gente que arrastra tristezas y miserias? Tengo tantas preguntas que ya no sé si realmente lo son. Quizá no espero respuesta, tan solo un interrogante amigo. Yo escribía, en papel de colores y rayas cuando era niña, en hojas en blanco más tarde, porque cuando crecemos creemos que hemos memorizado las lineas rectas, o que nos hemos ganado el derecho a crear las nuestras propias. Ojalá alguien me hubiera dicho entonces,cuando escribía con lápices y borraba eternamente, que era escritora, porque quizá lo hubiera creído, con la inocencia de los niños callados.
Tengo el poder, tengo el poder de escribir esta hoja en blanco, el poder decir, el poder pensar, el poder haber sentido y plasmarlo. Quizá el poder lo dais vosotros, la gente que lee, a los que tampoco llamamos lectores porque nos parecen términos grandes, importantes. ¿No nos gusta ser grandes? La palabra escritora me sienta como un traje demasiado ancho, con corbata demasiado ajustada. Y lo admiro, admiro ese traje, guardado tras un escaparate demasiado grueso y demasiado frío, admiro a esa gente que lo lleva con elegancia, esa gente que sabe resumirse, que sabe plasmar sus sentimientos o sus pensamientos en palabras. O no. Admiro también a esos que crean sin saber cómo, que se equivocan, que se lían, que nos lían a todos, y aún así releemos, ese absurdo caos precioso que nos regalan.
Yo he retorcido palabras, porque puedo hacerlo, las he retorcido creando con ellas mundos y galaxias, hermosos y crueles, las he retorcido para hablar de un pez, de un leñador, de un autobús, de una niña perdida, incluso de mí. He jugado a ser mayor, a desaparecer, a ser un dios y a no creer en nada. Me gustaría ser clara, me gustaría poder concentrar todo en unas pocas palabras. Caos. Felicidad. Yo. Vida. Humo. Velocidad. Ojalá pudiera esconder ahí todo, concentrarme en conceptos, pero me he hecho confusa, incluso difusa. Muchas veces camino por la calle y a cada paso llega a mi una frase que quiero escribir, después llego a casa y tiemblo ante una hoja en blanco. He despertado, a las tres de la mañana, cuando todos duermen menos las buenas ideas, a reescribir palabras torcidas en una libreta sin rayas.Otras veces escribo de cosas sobre las que no entiendo, y entiendo cosas cuando leo lo que escribo. Os he creado,a todos, en un espacio de mi mente, he jugado con vosotros creando héroes y villanos, he jugado conmigo misma intentando escapar de mí. Y no soy tan buena, ni tampoco tan mala, debería bastarme con ser¿ Pero me basta? ¿Me basta mirar el escaparate?¿ Me basta encerraros en una jaula de caracteres?¿Me basta el temor a la hoja en blanco?  " No eres la mala". ¿Quien soy yo para decir quién eres tú? ¿Quién soy yo para decir quién soy yo? Siempre me han preocupado más los principios que los finales, las preguntas que las respuestas. Quizá solo necesite darme cuenta que nadie va a venir a comprarme el traje, o a hacérmelo a medida. Quizá solo hace falta que alguien me grite que nadie va salvarme del contexto.

miércoles, 9 de diciembre de 2015


I've died a thousand times


and now
death is invisible


Nunca duerme, pero siempre sueña

   Nunca duerme, pero siempre sueña. Las ojeras que descansan bajo sus ojos solo son testigos mudos de sus pensamientos locos. Su risa es dulce, pero también amarga. Esconde lágrimas y sollozos sobre una capa de sentimientos rotos. Algunos la llaman rara. Otros dicen que es abstracta. Que extiende los brazos a la luna para aclarar su piel morena y que canta con los ojos cerrados para no escucharse. Que huele a rosas, pero de las blancas. Blancas como sus dientes, que brillan cuando sonríe con los labios apretados y la nariz ligeramente arrugada. Le gusta sentir la brisa del mar en la cara los días más fríos del invierno y, en verano, acurrucarse en su cama y olvidarse de que el mundo existe.
Nunca duerme. Siempre sueña. Las ojeras que descansan bajo sus ojos se convierten en sus únicas compañeras. Sus pensamientos locos desaparecen. Su risa se rompe en lágrimas y sollozos. Se siente rara. Se siente abstracta. Siente que sus brazos aclaran y se desvanecen; poco a poco se confunden con la luna y con las rosas blancas. No encuentra la voz; tampoco la busca. No le hace falta cerrar los ojos para dejar de escucharla, ni tampoco para sentir la brisa del mar en la cara los días más fríos del invierno. Permanece acurrucada en su cama.
Nunca duerme, pero siempre sueña. A veces, con una realidad diferente en la que la consciencia no exista. Otras, con volver a esconder sus sentimientos rotos bajo lágrimas y sollozos y volver a ser rara y abstracta. A no dormir nunca, pero a soñar para siempre.
Porque nunca duerme, pero siempre sueña.
Siempre.

Aportación: CanelRolls 

Sobre la ciudad

Nunca me han llamado tan fuerte, ni tan claro, jamas me invitaron a perderme con tanta facilidad y dulzura. Lo has conseguido, callejón a callejón, he dejado una huella de calor en este asfalto intacto de vidas amenas y veloces. La sombra de lo que serás se interpone entre mis ojos y lo que has sido, nunca se ve todo tan claro, siempre es una época oscura, por muchos neones que uses para ocultarlo. En la humedad de tu centro he recuperado vidas de muñecas desnudas de niñas que dejaron de serlo antes de empezar, peces dorados flotando en el aire empañado por lágrimas caprichosas. Hoy sé lo que quiero ser, hoy quiero ser breve, dormirme en la quietud del callejón sin nombre en un portal olvidado lleno de gente que recuerda, o finge hacerlo, lo que fuiste y lo que ellos fueron contigo. El panal que has creado no tiene abeja reina, tan solo zánganos y obreros que vuelan en círculos ensimismados, perdidos y confusos. He encontrado esquinas redondas en ti y he dibujado el mapa en un rincón famoso, que son los más desconocidos al fin y al cabo, para que alguien vuelva a descubrirlas algún día de fotos quemadas y pájaros ruidosos. Me has hecho bruja en las noches sin luna, convirtiendo la sombra de tacones rotos en palos de escobas alargados que ocupaban toda la acera, llenando baches y hundimientos con sonidos de risas de villana. Me he puesto mística, y hoy quería ser breve.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Perderemos esta guerra

Perderemos esta guerra
Todos los saben
Y la perderemos tantas veces
Que tendrán que gritarnos basta
Perderemos esta guerra
Y todas las que están por venir
Perderemos la cordura
Y la guerra
Sobretodo la guerra.
Nosotros somos la guerra
Y nos hemos perdido.

Aportación: Ari 

Naturaleza antinatural


Naturaleza antinatural 
nos rodea
hasta ahogarnos
con su belleza muerta
o corrompernos
con las promesas de vida que susurra. 





12

Los susurros de los ángeles blancos la despertaron de su sueño, los Nomeolvides siempre son su primera visión al despertar, un mar infinito del color azul violáceo de las flores, susurrando promesas y ocultando los pensamientos rotos. Se levanta, no anda, flota. Ha aprendido a dejar que el esponjoso suelo se ocupe de ella, dejándose llevar por las risas de las criaturas aladas. Cuando sus pies descalzos alcanzan esa tierra, la más pura y fértil, se hunden en ella, casi puede sentir como echa raíces. Las flores tiemblan , un movimientos imperceptible, el parpadeo de un ratón. La cesta de mimbre que reposa en el único espacio yermo siempre le deja una marca en el brazo, le recuerda a esas camisetas  que traen de un viaje y aún no ha habido ni un ser humano allí abajo que le gustara y la luciera por gusto, todos saben que no hay mejor pijama en el mundo.  Comienza su labor, doce Nomeolvides por ramo, es la regla más importante.  

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Cuento cósmico

Hoy quiero hablar de esa niña, que decidió dormirse en su cajita de cartón, en un rincón de algún planeta, sin que nadie le diera permiso, ni tampoco se lo quitara. Esperaba despertar, en el mismo sitio, en el mismo tiempo, pero se encontró con otra dimensión de estrellas fugaces en un cielo de infinitos desperfectos. Y quería volver a su cajita pero cuando se quiso dar cuenta ya no cabía dentro, tan solo podía meter de vez en cuando, su alma , y recordar entonces, las plácidas siestas entre cartón y calidez olvidada. Ella no quería ese universo, ni lo amaba ni lo deseaba de ningún modo, así que se quedó allí, sentada en un rincón, abrazada a una cajita que cada día se iba haciendo más diminuta, hasta que incluso su alma le dio el ultimátum, y tuvo que deshacerse de su casa, en un rincón de un planeta, de uno sin nombre ni dirección. Y estuvo quieta milenios, hasta que su sombra se hizo eterna y sus ojos reflejaban la incredulidad de sus sueños olvidados.Nunca se hizo mayor, solo antigua. Apareció entonces una señora de marfil, algunos dirían que era un hada, no sé si en ese planeta perdido existirán las hadas, pero la magia se reflejaba en sus pulidos zapatos color lluvia de primavera. La mujer miró a la niña, casi hecha piedra por el tiempo y la tristeza, y sus ojos conocedores de un millón de desengaños no mostraron ni un leve signo de lástima, y despertó a su voz, para que surgieran las palabras que vivirían en la cabeza de la niña, hasta que se tornaran recuerdos lejanos.
"Niña, puedes elegir vivir en tu caja de cartón, que ya no está, pero sigues viviendo en ella, porque la recuerdas, todos los instantes en los que recuerdas algo, y en tu cabeza, has creado otra cajita de cartón, aún más agobiante y asfixiante que la anterior, y te has quedado quieta a vivir en ella, pensando que volverás a tu tiempo y tu espacio. Nunca volverás. Nunca podrás hacer nada en el ayer, ni en el entonces, ni en el allí, porque ya no está, no existe, ni volverá a existir. Puedes elegir eso, quedarte en la cajita, a intentar escuchar sonidos dentro de una caracola, a cerrar los ojos delante de una lluvia de estrellas. O puedes elegir dejarla, tirarla, porque mentalmente también podemos, y arrancar las raíces que tu cuerpo ha echado en este rincón de este planeta anónimo, para buscar por fin, quién eres y qué haces aquí, porque no puedes volver al día en que fuiste, y no eres menos por ello, eres diferente, y a la vez más tú que nunca.  Búscate como buscas el ruido tranquilizador de la cascada en la selva, como buscarías el calor en una tormenta de soledades y pérdidas. Y hazme caso, búscate de verdad, búscate queriendo encontrar, que es la única manera buena, y encuentra errores, encuentra defectos, encuentra fracasos y éxitos. Recógete en piezas, en cápsulas o en trocitos, dedícate a ensámblate, a juntarte y ver donde encajas y donde no, hazte un mapa de ti, y disfruta perdiéndote. Búscate bien, o quédate aquí, con los ojos cerrados, porque sabes que si los abres, verás todas esas estrellas, que un día fueron niñas que no se buscaron, y ahora brillan con el pesar del arrepentimiento, tan lejanas, y tan ajenas."
Y la niña abrió sus ojos de limón y miel, y la mente, y pegó con celo todas las palabras, una a una, que salieron por aquella boca de marfil, haciendo un mosaico, de ideas viejas en un alma nueva, donde vuelven a cobrar sentido y color. Y se levantó poco a poco ( y se cayó muchas veces) arrancando trocitos de meteoritos y polvo de su cabecita antigua, y al primer paso en ese planeta que era el suyo(llamémoslo tierra,llamémoslo anónimo), la mujer color marfil desapareció, ya descubrió algo.

7 '


I walked the path
that made me
became us
And I thought
about every step I made
because my soul
was hungry
of our warm
and step by step
I became a blackhole
of love.
I could walk back
to the safety
to the warm of home
but I refused,
and now I think
I've started to believe in fate
Because I didn't have the strenght
to believe in myself.

Melocotón y azúcar de caña

Era morena, pero pálida de corazón , abrazada a unos huesos que no prometieron sostenerla.  Firmeza al andar pero temblor en su mirada. Los lunares de su vestido envidiaban la redondez de su rostro. Maraña de dedos y anillos de cobre en su hablar gesticulado.  La orquesta de tintineos avisaba de sus entradas triunfales, acompañadas de una sobra de autocompasión y miedo al  reflejo de ésta. Un vagabundo escribió versos alejandrinos sobre su pelo y ella los conservó en el cabecero de su cama. Los pequeños rizos de su nuca nunca le parecieron tan misteriosos,. Le gustaba llevar sombrero y que sólo sobresalieran esos dos rebeldes, osados, casi cómo una invitación al desorden . Soñaba con ser retratada fumando en un portal y rezaba por no cruzarse con ningún espejo.  Siempre se preguntó si las lágrimas de los ojos verdes sabrían a mar. Recordaba  frases de su libro favorito y tarareaba las canciones de la publicidad. Era una chica con sabor a melocotón y azúcar de caña. Visitaba las tiendas sin dinero y nunca consiguió hacer una foto decente. Llevaba calcetines largos y zapatos de escritor triste. Pero nadie le dijo nunca estas cosas, quizá ella nunca las supo. Tal vez vivió toda su vida sin que nadie le hablara de la música que hacía al andar, tan solo dejaron flores en su tumba con olor a melocotón y azúcar de caña.