lunes, 11 de julio de 2016

Perdóname

Perdóname las huidas
perdóname el dejar de respirarte
porque el aire se me apaga dentro
y se convierte en ceniza,
las sobras de aquel cigarro viejo que te fumaste
el día que las lágrimas no sabían a sal.

Perdóname las huidas
las carreras al mar de medianoche
que si me bañé a solas y a escondidas
fue para borrar todas las huellas
que había de otros en mi piel,
hubiera querido que me encontraras en blanco.

Déjame no ser lienzo
porque ya estoy demasiado pintada
de colores que me angustian y repelo
y no me miro por no ver lo grotesco
del cuadro que han hecho de mí,
a veces el arte me oprime las costillas.

Déjame esconderme bajo las sábanas
gritar a todos los enemigos invisibles
déjame lamerme las heridas de guerra
de la que nadie recuerda
de la que nadie comenta y tan solo queda eso,
un llanto escondido bajo las estrellas.

No me escondas los cuchillos
que las sonrisas también cortan
y hoy estoy llena de heridas sangrantes
de la tinta que no usé para echarles fuera,
a los fantasmas que arrastro con pena.

Perdóname no ser tu para siempre
porque la estabilidad me la arrebataron otras
me la arrancaron del pecho
a besos, a caricias, a llantos,
perdóname mi ausencia
las noches frías de primavera.

Y viviré sabiendo que esta flor
promete pero no florece jamás,
sabiendo que me mordió el tiburón
que vivo la cuenta atrás de la melancolía,
sabiendo que tus noches son mis días
y que esta mancha de carmín es indeleble.

Pero no te haré vivir conmigo,
perdóname mis huidas
a gritarle todo esto a la playa
a una pantalla vacía de vida,
a arrancarme lágrimas de las pestañas
a enterrar mi humanidad en la arena.

Perdóname mis olvidos,
que  no son más que gritos extranjeros
en mi cabeza plagada de idiomas,
perdóname mis lamentos
acallados en murmullos viejos,
perdóname mis instintos,
perdóname,
yo desisto.





Flores de orgullo

"¿Y porqué seguís luchando si ya sois libres?"
Y me río con todos mis órganos
porque ya somos libres
tenemos la libertad de amar en silencio
podemos besarnos a escondidas
tenemos el poder de sentir callados
de acallar nuestros deseos
la potestad para dominar tan solo el mundo de la noche
el oscuro, el que no se ve, el secreto.

"¿Y porqué queréis convertir mi amor en un campo de batalla?"
Porqué tuvimos que luchar
y aún lo hacemos
para ser en un mundo que se niega a acogernos
y convierte nuestras vidas en parajes inhóspitos
solo nuestros, donde hoy plantamos semillas
y embellecemos, solo para eso, para nosotros.

Porque hoy en mi jardín desértico
pienso en la chica que baja la mirada
porque sonríe a su amiga y se sonroja,
en el niño que se ha olvidado que llorar
es regar desde los más profundos poros de su piel.
En la mujer que ama sin pensar a quién
y entrega todo su yo sin identificación ninguna.

Porque estoy cansada, sí
pero no quiero tumbarme en vuestro molde
quiero hacerlo estallar
y ver danzar las motas de polvo
hasta que desaparezcan en planetas lejanos
en los que se desintegraran de golpe
y no quede rastro de ellos
ni en las alas de las mariposas.

Porque no intentaremos entrar por vuestra puerta intolerante
no intentaremos amoldarnos al resquicio que nos habéis abierto
nosotros saltaremos el muro, y no niego que será duro,
reptaremos, escalaremos, brincaremos, estaremos unidos
para que cuando llegamos arriba, lleguemos juntos,
sin esconder nuestras heridas de guerra, y nuestras flores de orgullo.

jueves, 26 de mayo de 2016

Siendo mi(a)



Quitarme las ganas
Rodeándolas con tus brazos

Matando las penas
Mientras te pienso fumando

Besando tu letra
Admirando tus pasos

Que no hay forma de sentirme completo 
Si no es en un abrazo

Besarte la vida
Y obviar la que sigue pasando

Aportación: Anónimxx

Eternidades


Hablamos de eternidades pequeñitas,
de las que se apagan en un suspiro
las que crean nuestras esperanzas marchitas.

Hablamos de eternidades infinitas,
de las que huyen en un bostezo
las que imaginan corazones cosmopolitas.

Hablamos de eternidades diminutas,
de las que viven en un parpadeo
las únicas que consideramos absolutas.


jueves, 12 de mayo de 2016

Nenúfares

Entonces fuimos nenúfares
eternas, vivas, enraizadas,
envolviendo los silencios en hojas
repleta de savia, energía amarrada.

Manteniendo el equilibrio entre la vida
y todos los insectos polinizadores que oculta,
nenúfares serenos que no callan,
ante el silencio ruidoso, que ahora parece que abulta.

Pero somos los nenúfares de hoy,
no estamos calladas ni quietas,
si intentan ahogarnos
nos brotarán branquias y aletas.

Entonces deslizamos nuestra ropa
lanzándole un mensaje al cielo
nos queremos llenas y nuestras
y nos dedicaremos a ello con esmero.

Entonces nos florecieron los ojos,
los pies hundidos en aguas amenas
hoy somos nenúfares ruidosos
mañana despertaremos sirenas.

Winners

You used to tell lies
about yourself
and sometimes
you lied about others,
but that weren't important
because no one cared,
and that's what matter about lies.

You used to talk about butterflies
all the time
about their flight
about the strenght of their wings
but that doesn't matter now
because you don't talk anymore.

You used to smile at the sun,
and it seemed like the sun smile you back
and then you would laugh
because I look at you like a fairy,
a gold butterfly flying around me
at sunny days.

Now you're anywhere but here
you look at the sun like everyone does
like it is nothing more than a big ball
of fire and gases,
you used to see so much more,
in everything.

I miss you with all my bones,
I'm still remebering the music of your words
when everyone was quiet
and you wanted to make me laugh
and now I admit
that I used to laugh inside
'cause I didnt want you to think
that you've won the battle.

I hope someday you could come back,
I picured myself smiling at you like always,
tighten your hand and whisper in your ear
"guess what, you win".



lunes, 18 de abril de 2016

Deconstrucción

Una mujer con pañuelo camina por la calle de la mano de un señor con sombrero.
Una mujer con pañuelo camina por la calle de la mano de un señor.
Una mujer con pañuelo camina por la calle.
Una mujer con pañuelo camina.
Una mujer con pañuelo.
Una mujer.

La caza

Dos miradas que convergen en un punto olvidado tres cuartas partes por arriba de lo que debiera haber sido. Somos nosotros, por una vez, el nosotros que nos separa de ser ellos. Separados por un hueco olvidado de teclas rotas de ascensor y luces fluorescentes parpadeantes. Nosotros. En el punto en el que nos encontramos solo puedo pensar en que mejor huyamos. Ahora que solo somos dos extraños. Hagámoslo, antes de que los sentimientos eternos salgan de caza.

lunes, 11 de abril de 2016

Existiendo

A la niña que quiere verse reflejada en los charcos:

Olvídate del agua, y verás más allá. Pisarás dos mil charcos antes de que dejes de ser pisada. Pero olvídate del agua. Apaga la alarma de los espejos, porque va a acallarte cada vez que pases por un escaparate. No pienses en los pies fríos, porque será el frío quien te proteja de aquel futuro ya pasado incendio. Estamos aquí, tú y yo, ahora, no lo estábamos ayer, ni cuando yo era tú, estamos ahora, y quizá así deba ser. Nunca dejes de ser, como ere tú, en papel y boli, en poema absurdo, en cuento de veinte páginas. Nunca dejes de saber ser, porque te obligaran a olvidarte, a querer ser sin ser, y puede que lo consigan.

Debes saber que ahora existimos, nos miramos en los espejos y en los escaparates como si no nos conociéramos en absoluto y quizá es así. Ahora salimos los viernes y si estamos muy bien los sábados, salimos a comer con gente y no tenemos miedo ni vergüenza a hacerlo solas. Hace un tiempo que nos conocemos de maneras secretas y nos inventamos lenguajes en clave para nosotras mismas, últimamente si tenemos los pies fríos nos ayudan a calentarnos. Hoy es aquel mañana, aquel que imaginaste sin baches, con cortesía e infinitas historias incontables. Aún así ahora lloramos, aun así hay miedos y hay dolor, y los recuerdos de aquel tú que aún no eres y yo ya he sido no nos dejan dormir.

A pesar de todo estamos, como aquellas pintadas que siempre miras y aun mirarás todos los días en los mismos sitios para comprobar que todo sigue ahí, y ahí seguimos, en las sombras borrosas de la firma de algún graffiti en aquel descampado polvoriento. Hoy no hay cascabeles, hoy tenemos música propia.

Existir

Aquel día entré a la tienda de bisutería y accesorios del cartel rojo y verde, sin pensarlo siquiera, y me dirigí directamente al mostrador, a cargo de una mujer de mediana edad que bien habría podido salir de un catálogo de teletienda de los noventa, sus ojos inquisitivos, con grandes pestañas que casi parecían plastificadas, y una sombra de ojos plateada, me miraron sin ganas, como si viera a uno más de sus miles de cachivaches tintineantes. Le pregunté que si tenía cascabeles, y eso sirvió para despertar un poco sus sentidos y empezara a existir. Se levantó y se metió por una puerta, también metalizada y con cortinas tintineantes, cada vez me sentí más en una nave espacial. Volvió al mostrador con una caja llena de cascabeles de diferentes tamaños, colores, formas, cintas... Elegí el más grande , del tamaño de una pelota de pin pon, metálico, y con una cinta negra y aterciopelada, en la cara de la asistenta de naves espaciales noventera apareció un brillo inusual, estaba segura de que jamás vendería el más grande. Pagué con un billete de veinte y me guardé las vueltas en la chaqueta, la nave espacial estaba llena de espejos, como de ser, y me acerqué a uno de ellos y me abroché yo misma el collar. Casi podía sentirme a gusto entre los cachivaches de la tienda. Salí, y a cada paso que daba el cascabel anunciaba mi presencia, casi como el mayordomo que anunciaba tu nombre en las fiestas de la nobleza en la época dorada. Pasé por un parque, los niños jugaban a fútbol, ese que se juega sin normas ni árbitros y del que muchos profesionales podrían aprender algunas cosas, mi presencia fue anunciada y el balón empezó a pasar de pies más lentamente, las fintas  se hicieron más cortas y los regates desaparecieron, me imaginé que miraban porque era guapa, que tenía esa belleza que hace que los niños te quieran sin más ya los padres les parezcas simpática sin decir una palabra. Pasé por el parque como si yo fuera el cisne, y ellos simples patos de estanque, burdos y ruidosos. Entré al centro comercial, casi conseguía apagar el zumbido del hilo musical, los bebés me sonreían desde sus carros, los abuelos me miraban afables desde sus bancos , los dependientes me instaban a entrar a sus tiendas y me obsequiaban con panfletos de promoción y muestras gratuitas. La siguiente parada era el instituto ocho de la mañana y yo ya había recorrido media ciudad al son del cascabel. Me sujetaron la puerta para que pasara, no sé quiñen, ni siquiera miré, en realidad no me importaba. Los saludos por cortesía se fueron repitiendo como un himno nacional, no me conocían, tan solo me veían, y eso ya era motivo suficiente para saludar, quién lo hubiera dicho. Cada vez que levantaba la mano para responder a alguna pregunta en clase el cascabel recordaba a todos mi presencia, pero a nadie parecía molestarle. Me preguntaron qué tal estaba en el recreo, hacía tiempo que no me lo preguntaba ni yo, y contesté que bien , y creo que era verdad. Estuve con las mismas personas , mis amigas de siempre, les conté mi mañana, les pregunté por sus vidas, ya no me acordaba de cómo sonaba en público, ni desde cuantos puntos de vista se puede ver una amistad. Nunca me había fijado en lo encantadora que es la cortesía, quizá porque nunca la había experimentado. Me imaginé viviendo así todos los días, la cortesía como sombra y el cascabel como una extremidad más, me imaginé sonriendo todos los días. Volví a casa, mi hermano me hizo la cena, mi madre me preguntó por mi día, le respondí que bien, estaba segura que era verdad esta vez. Me fui a mi habitación, me quité el cascabel, me miré en el espejo. Realmente nadie me preguntó por él, nadie pareció darse cuenta de que no estaba ahí antes. Si alguien me hubiera preguntado por él, no habría tenido más remedio que decir la verdad. "Es que hoy quería existir"

domingo, 20 de marzo de 2016

La playa

En aquel camino de arena en el que asaltaba el viento se me empezaron a encoger las orejas de frío, y poco a poco el corazón, y acabé preguntándome en qué momento te cedí el placer de olvidar y me dejé ser olvidada. Ahora poco a poco se apagan las luces de ese faro, las que vimos encenderse desde la roca lejana a todo. Mi corazón se ha empequeñecido tanto que se confunde con los fragmentos de conchas destrozadas por una marea confusa. Me he quedado esperando, esperando a que la calma se lleve el aire y vengas a buscarme al mismo lugar donde me dejé caer sin toalla y firmé mi imprenta de persona a medias, que de vez en cuando se llena de arena y cal.
Y ya sólo puedo pensar, que ojalá el verano nunca llegue a la playa.

Avisos susurrados I

Recuerden
que llorar
no es lo mismo
que estar triste
y que los demás
no es lo mismo
que ellos.
Dejen de tener
mil años de juicio
para tener
los mejores prejuicios
del mercado de valores
en el que la bolsa
de cada uno de nosotros
vale menos que nada.

domingo, 13 de marzo de 2016

Apágate, mujer

La vista arriba y las palabras bajas.
La falda larga y las ideas cortas.
La réplica muda y la mirada ruidosa.
Apágate mujer, que el escándalo se ilumina.

Y olvida quien eres, olvida que eres
olvida que puedes reinventarte siempre
que las cosas ya van bien, apágate mujer.

Tápate con una venda blanca la inteligencia,
casta, pura y modesta
acalla tu ironía y tu soberbia nueva
que la vida ya es muy dura, para querer ser humana.

Envuélvete en cultura vieja
en tradición orgullosa
de trabajos de buena esposa
y madre de amabilidad ciega.

Y olvida quien quisiste ser,
olvida tan solo que puedes,
que las cosas ya van bien,
apágate mujer.

Rézale a la sociedad buena
como las niñas aplicadas
que todo está mejor que ayer
en el mundo fácil de la mujer.

Apágate mujer, que tu fuego arde
quemando los bordes de tu pesada falda
dejando ver que eres persona
pecado capital que la sociedad no perdona.

Te deseo ser antorcha
con llamas de dicha honrosa
que quemen las ideas antiguas
de una sociedad temerosa.

El poder que te otorga el fuego
de una mente de ideas hermosas
de sueños de igualdad y fuerza
que acaban con la inquietud y el miedo.

Enciende tu llama, mujer,
enciendete de toda posible manera
que ya empezó el festival inmoral
y la sociedad buena arde entera.

Enciende tu fuego, mujer
que las llamas iluminen tu silueta
que la revolución va a llegar
en un ardiente incendio violeta.



G.

Sentada en el banco que mira al mar he decidido nombrarte, para ver cómo suenas con sal. Pequeño sol de mediodía del día gris que nos cayó en un Febrero desértico. Todo me devuelve allí, como las olas que arrastran las misma conchas una y otra vez, ahogando toda esperanza, de salir vivo, y sin sal y arena. Y la arena en los ojos saca mis lágrimas, pero fingiremos que me ha cegado este sol tan intuitivo y viejo. Todo me lleva allí, todo me lleva contigo. Salas blancas desconchadas con un atril, una niña de ojos nuevos sale a refrescarnos con poesía viral, después un anciano color montaña nos desvela palabras remendadas, un ukelele cierra la sesión de suspiros, no hay telón que caiga, tan solo quedaremos todos, mirando a esa desconchada pared blanca. Otro día frío que esperas ver nevar, otro día cálido que no sale el sol. Hay un parque verde que sube hacia al final de todo, escalamos, cogidas de la mano con el paraguas que cubre a toda la humanidad, para ver el fin del mundo desde arriba, y gritar que no fue para tanto. Y no lo fue, porque seguía despertando en sábanas de calor contigo y desayunando con nombres de directores, productores y guionistas de fondo, y aunque las vías me ataran camino a un lugar de polvo y silencio, donde vuelvo a estar yo sin sal, y lo único desconchado es mi intestino delgado, aunque esas vías me lleven lejos, siempre estaré en aquel portal mojado, en las gotas de café frías en la comisura de algunos labios y en el viento cortante de las tres de la mañana de alguien que busca carteles de neón. No sé si sabré a sal, o si solo me quedará el olor a naranja de las mañanas con zumo, pero hemos vencido al fin del mundo, y en algún lugar entre esa hierba, algún insecto contará nuestra victoria, hasta que se entere hasta la última hormiga.

domingo, 6 de marzo de 2016

Murió de rutina


Siempre fue una niña de dientes tristes que jamás se asomaron tras una sonrisa por culpa de la vergüenza. Murió de rutina. Su alma latía a un ritmo mucho más rápido que los pasos que habían sido predeterminados el día de su nacimiento. Los médicos le recetaron pasatiempos. Todos dejaron de surtir efecto al tercer día y, al cuarto, estableció el hábito de buscar uno nuevo que aliviara su desazón. Nunca lo encontró. Ocultó las secuelas de su rostro con maquillaje espeso y las arrugas de aburrimiento de su cuello con bufandas de colores. Los días pares se ponía camisas de lino que apenas le llegaban a la cintura; los que acababan en trece, pantalones de corte chino que doblaba por encima de los tobillos. Siempre creyó que el amor la encontraría algún día, pero este nunca llegó. Murió de rutina. Su alma se agitaba con vida.

Aportación: CanelRolls

Sin ti, soy yo

"Sin ti, soy yo", lo leo, y sonrío, y no encuentro el motivo para ello. El bus arranca, y las palabras garabateadas en un muro a medio derrumbar desaparecen en la lejanía del ruido y el tráfico de las dos de la tarde, la ciudad reclama un descanso, parece que hasta el cielo necesita parar a comer. Por alguna razón deseo que el chico que lo pintó lleve bigote, y antes de enfrascarse en su tarea rodeado de noche y de ilegalidad se lo hubiera atusado varias veces. Y no tiene sentido, pero a menudo pienso, porqué he de buscárselo a las cosas que escribo si la vida en sí tampoco lo utiliza. He nacido mil veces en este bus, y he muerto novecientas noventa y nueve. Y cada día que subo ese escalón que te invita a no intentarlo, me espero un circo de animales extinguidos dentro, una exposición de cadáveres del paleolítico, una fiesta del siglo XV en pleno apogeo. A mi lado viajan hermanos que huyen de la ciudad, niños que han olvidado a Peter Pan, mujeres con el traje de superheroina bajo el uniforme de oficinista, señoras que bailan en los portales de madrugada vestidas de luces de neón. El hilo musical elegido por el conductor son las estaciones de Vivaldi, ha venido la orquesta filarmónica de Viena a interpretarla, pero no quedaba ni un sitio, y viajan en el maletero, tocando la primavera en una maraña de brazos, cuerdas y suspiros agobiados, en una tarde de otoño que necesita una pausa para comer. Hoy me he vestido de invierno, y cada poro de mi piel se ha llenado de hielo, por la ventana aparece una casa de empeños, y me pregunto si trataran también con recuerdos y soledades. En el bus hay palabras que se transvisten de sentimientos, engañándonos a todos desde un móvil en el asiento de atrás, que no deja de sonar, demandando la atención que nadie le presta. En el bus nadie mira al frente, las mentiras de cara son mucho más éticas. Me pregunto si la ruta es más larga que la órbita de la tierra al sol, nadie lo ha calculado aún. Alguien se ha puesto de parto, ha dado a luz una idea, y todos somos testigos. También hemos vivido funerales, en los que nadie llevó flores ni dijo una palabras, la muerte de un amor, la muerte de una ilusión, la muerte cerebral de alguna flor en el ramo de un chica ilusionada. Nuca he visto gente más viva, que la que se duerme en el bus, corriendo maratones en algún lugar de su mente, no sé is huyen, no sé si vuelven. Últimamente siempre hablo de peces, también he conocido a muchos, en la ruta del reloj de arena hecho piedra, algunos me han contados historia de libertad, otros no han sabido ni pronunciar su nombre. Un día conocí a uno especial, pero es irse del tema, y para eso me tengo que salir de la ruta. Dentro del bus siempre es un día frío de Marzo, ,de esos que anuncian primavera pero solo traen invierno, y todos miran al cielo preguntándonse qué pasó con las horas soleadas del ayer y las noches brillantes del mañana. Con los violines amortiguados por susurros de discusiones cruciales de una vida insulsa, me imagino quien es ese "yo" con bigote y si alguna vez habrá viajado acompañado de un desfile de vidas corrientes corregidas por mentes mediocres.

domingo, 21 de febrero de 2016

La espera

Os leo como nunca lo hago a mi misma, esperando. Espero de vuestras palabras cosquilleos en la nuca y susurros en el corazón. Palabra por palabra se me separan las escamas de la piel de pez que me protege del afuera y del lejos. Entráis por cada poro de mi memoria, los que nadie sabe que existen hasta que los nombras y recuerda, como quien recuerda un sueño de la infancia, que nunca olvido del todo para hilar una manta de recuerdos inútiles con la que protegerse en los días silenciosos. Entráis donde yo nunca lo hago, por eso os leo. No espero que sea recíproco, no espero que me leáis porque yo espero con vuestras letras y cuestiono con vuestros signos de interrogación, tan solo quiero que sepáis, que espero, aquí estoy, y os espero, os espero en palabras,en letras en silbidos, en años, en peces, en fotos, en luces y en sonidos. Porque al fin y al cabo volveré siempre, a leer, como siempre leo, esperando.

Filferro








domingo, 14 de febrero de 2016

Canciones de cuna para niños perdidos

Volviste a dormir
bajo el árbol que te vio nacer.
Dejaste que sus raíces
te envolvieran y acunaran
cantando canciones de soles muertos
y algunas amapolas oyéndoos
se durmieron y dejaron unas ramitas
secas de amor y de vida.

Volviste al árbol
que te hizo crecer a base de hiedra
venenosa o no
tú sobreviviste.
Has enterrado todos tus recuerdos
bajo la capa de musgo que lo cubre
todo,
ahora vives con las uñas ennegrecidas
y con algún rastro de tierra seca
bajo los ojos llorosos
que te trajo la luna el día que germinaste
bajo el árbol al que has vuelto hoy.


Desde que te cruzaste,
no conozco más hogar que tus brazos 
ni otro camino que no sea 
el que me lleve a tu lado.
Es tu voz el viento 
que me agita el pelo,
y son tus ojos de café 
dueños de mis desvelos.
El sol que me despierta 
lleva tu nombre.
No me encuentro las manos 
si las tuyas no las sujetan,
y pierdo el compás de la vida
si no es tu melodía la que me acompaña.
Me queman los labios de las ganas de besarte.
Tengo el corazón en carne viva, rojo y henchido
como la más bonita de las rosas,
por culpa de esto que me recorre cada vez que te tengo cerca.

Aportación:Paula GM 

domingo, 7 de febrero de 2016

Hablar

Hoy vengo con el sí por delante, con todos esos besos que me obligaron a secuestrar escondidos en una manga. Hoy vengo llena de reproches y réplicas cortantes que he acallado en mí, hoy vengo, porque decido venir,  a hablar de lo que no hablamos. A veces no quiero hablar y hablo, de todo y nada, de mi y de ellos. Pasa que a veces no quiero hablar de la insoportable levedad del ser, ni de el "hoy te quiero, mañana no sé", pero hablo,y doy vueltas sobre el circulo que yo misma he creado, y mis pies encuentran mi huella de la vuelta anterior, y saludan a la tierra que les es tan familiar. No quiero hablar pero hablo, de las cosas que callo cuando no quiero callar y me grito en las paredes de cristal que me he construido por dentro. Hablamos y hablamos de cosas que no nos importan nada y escribimos silencios de corchea en nuestra mente sobre los asuntos que podrían resquebrajar cristal. A nadie le gusta andar sobre cristales rotos. Hablo de lo descalza que me siento y de todas las paredes que he tumbado en mí, de la sangre que emana de mis huellas borrosas, hablo de las lágrimas que no brotan porque cesan en el sentir, y no quiero hablar pero hablo. Muchas veces debería hablar de los calcetines que llevo, de lo mucho que me gusta el color mostaza, de lo maravilloso que me parece que por fin me pueda pintar los labios sin espejo, y quiero hablar pero no hablo. No creo en las palabras buenas o en las palabras malas, sino en el poder de hablar, o en el de no hacerlo. Podría no escribir esto, podría dejarlo en un borrador, y no voy a mentir si digo que últimamente todo lo que escribo me parece incorrecto, inadecuado, podría olvidarlo. Hoy vengo pensando, demasiado quizá, y pienso que no hay nada más bello que ser inadecuado de vez en cuando, y deseo tener conversaciones inadecuadas con la gente adecuada, hablar de lo que no hablamos, o no hablar de lo que hablaríamos, quizá es que estoy teniendo las conversaciones adecuadas con la gente inadecuada.

Matemáticas

Cuando llegó, me volví buena en matemáticas, porque nadie habla de las ventajas."No puedes concentrarte, tienes cambios de humor, te cansas con facilidad..." eso ya lo sabemos todos. Nadie habla que  de repente sumas, restas, multiplicas y divides como una calculadora por muy mala que haya sido tu trayectoria aritmética hasta el momento.  Desayuno: Galletas- 222 Kcal, Almuerzo: Pieza de fruta 100-200 Kcal, comida: Paquete de Tortellini - 340 Kcal, pero solo me voy a comer la mitad, por lo tanto 170 Kcal, merienda: Yogur 90 Kcal y cena: Verduras - 200-250 Kcal. Y si puedes restar alguna comida lo haces, y si haciendo cálculos ves que te pasas de tus restricciones cargas contra el día siguiente, y divides, repartes las misma calorías en más comidas y suplicas porque sea suficiente para que eso se vaya, para que desaparezca la imagen del espejo y te olvides de ti, suplicas porque en esas 200 calorías de más te vayas tú y seas  un yo nuevo.  Ya puestos, con tu nueva habilidad matemática, resta las sonrisas, las risas, las alegrías , las fiestas , las amistades, las locuras, las experiencias que te vas a perder y suma los disgustos, los llantos, la soledad, el agobio, el miedo, el asco, las rabia y el dolor, y multiplícalo por todas las personas que te importan. En este punto ya solo te queda esperar que adquieras gran habilidad en liderazgo y así puedas decidir si estás dispuesta a asumir las consecuencias de ese vacío de 200 calorías, ese vacío que serás tú, pero, afrontémoslo, a quién le importa la decisión de una enferma, el peor contra de todos es tu poca participación, tú no mandas, tú no controlas, tú simplemente estás y rezas porque sea corto, el peor contra de todos es que mi siquiera eres tú, hace mucho que dejaste  serlo, y te odias, y la odias , y odias cada gramo de ti, y eso por mucha resta y división simplemente va a ir en aumento, y ni con todos  los números que puedes procesar puedes imaginarte tu dolor elevado a  veinte.  

Aportación: Anónimx

miércoles, 3 de febrero de 2016

De "el ahora" (o algo así como un domingo triste)

Es curioso verte y no encontrarte, es curioso tenerte a dos milímetros y seguir soñando en aquel tú. Es, cuanto menos, curioso, y cuanto más, desolador. A veces sigo esperando, con mis zapatos desatados y los sentimientos apretados a que aparezcas en la sombra de donde estuviste, y estuviste tan quieta, que me costó creer que pudieras desaparecer. Y ahora eres esa sombra, la sombra de lo innegable, de lo inmortal e imborrable, he intentado convertir en lápices de colores todas las palabras "in-" para pintarla y ni aún así apareció el color. Qué curioso verte y no sentirte, en la intensidad de las palabras que dijimos, y en las que no, sobre todo en las que no. He deseado desear, porque he tenido el don de no sentir nada y desear el deseo parecía más que deseable. He deseado mi muerte, la nuestra, la suya, la de ellos, he deseado muerte y olvido, sobre todo olvido. Y ahora te veo y solo pienso, qué curioso es no sentirlo. Tenemos mil años y a la vez recién nacemos, tan lejos, y cuando oiga el siseo de mis sentimientos despertarse después de esta siesta no me taparé los oídos, me permitiré escuchar y pensar en lo curioso, en lo desolador y en lo hermoso. Y de repente lo veo todo, lo veo todo desde un punto más lejano que esos dos milímetros de distancia que nos separan pese a que parezcan dos quilómetros de dolorosa indiferencia. Veo algo que debería haber visto hace mucho tiempo, mientras continuaba pensando en que no podía dejar de pensarte, y deseaba que me pensaras igual.  Veo como ya no cabemos, en el espacio que ocupábamos antes, tú no eres mi tú y yo no soy tu tú, y por mucho que apretemos, nos apretemos en esta caja que empezó siendo tan nuestra y ha acabado rota y fea, por mucho que nos juntemos el espacio no cede, ni estamos más cómodas, tan solo nos aplastamos, nos asfixiamos poco a poco, y es curioso, que el mismo que antes era nuestro espacio ahora nos mate por dentro, y qué curioso verte y no encontrarte. Así que ahora te tengo en una caja, con todas las cosas que cogen polvo pero no puedes olvidar, tampoco estoy segura de que quiera, y yo no puedo entrar, porque soy un poquito más grande, mis ojos están un poquito más abiertos y mi boca sonríe un poco más. Seguro que también has crecido, pero no he encontrado el ángulo, para meternos las dos cómodamente, ni creo que llegue a averiguarlo.
En la caja te tengo con las cosas bonitas, con las cosas que dolieron, con las cosas que cuidé, con mis trocitos viejos. Y qué curioso, que me sorprenda que hasta la caja sea tuya. Espero algún día pensar en esa caja y recordar un día de playa y viento llena de fotos a rayas, una noche de fuego y luz con la voz en off de un gran pez, espero encontrarte entonces, porque qué curioso, que ahora no lo haga. Hoy soy un poco más Velma Kelly, quizá un poco Cruella de Vil, hoy no somos juntas, pero siempre diré pensarte, en vez de pensar en ti. Y qué curioso es decir estas palabras, siempre creí en esa vida organizada en Pascua, qué curioso después de todo, es escribirlas aquí.

F I N

De "el antes" (o algo así como Julio)

Has llorado.
Sí,
conmigo y sin mí.
Has llorado
y como puedes, es Nueva York
y el idiota de Woody Allen
que lo ha puesto en blanco y negro,
que creas vida
que París te deja sin voz
y qué bien vivir bajo un puente
si es allí
y solo puedo pensar
en si es contigo.
Que no es surrealismo porque sí
que ves el propósito,
acaricias un libro
igual acaricias mi espalda
que te amo,
que yo también lo veo
y que bonita la exposición,
ojalá te dejaran tocar los cuadros
a ti solo.
Sólo
Tú.
Y solo espero que intentes
otra vez
enseñarme a hacer
el punto de fuga
para fugarme para siempre
contigo
al puente de París que tú elijas.


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No hemos visto almendros en flor
hemos visto a señoras
con las manos agrietadas y azules
tendiendo sábanas en un balcón
mucho más agrietado y gris.
Hemos saboreado la cerveza caliente
con arena y agua salda
y agua dulce
de ducha,
nos hemos hecho sirenas.
No me olvido de las huellas
que dejamos en la tierra,
en la playa,
en las sábanas, no en las de esa señora,
que seguro que también dejó huellas
y no estaba agrietada ni azul
y seguro que entonces no la miraban
dos idiotas
que no han visto almendros en flor
y no les importa.
La primavera se les ha quedado pequeña.

domingo, 31 de enero de 2016

XI


Dos años después de la muerte de Lucy, June dejó la casa de Beatrice para ir a la universidad, esa fue la segunda y última vez que la vio llorar. Sentada en el césped del campus la vida humana le parecía pequeña y el mundo demasiado grande, su vida era menor que una brizna de aquella hierba que arrancaba inconscientemente mientras escribía, quizá esa hierba siguiera allí cuando ella se fuera. Pensaba en la gente que cae, quizá ellos eran los únicos cuerdos, que entendían que su vida era diminuta en el mundo, y no pudieron aceptarlo; o quizá no, quizá solo eran almas débiles. Una sombra la asaltó, levantó la cabeza y vio al culpable, un chico que le sonreía desde las alturas . Por alguna razón pensó que ella no era tan pequeña, o sí lo era pero no le parecía mal. Tal vez todos lo entendamos en algún momento de nuestra vida, la insignificancia de nuestra existencia, quizá el éxito no está en ignorarlo, en intentar no caer, sino en pensar cómo vas a frenar tu caída. Puede que lo malo no sea caer, sino pensar que tu vida acaba al tocar el suelo. Solo vivismo un momento , sí, pero es el nuestro.
El chico le preguntó su nombre. June pensó en Lucy, que estaba repartida por el mundo y sentía hacia los demás el amor más grande y puro que es capaz de imaginar; en Beatrice y las arrugas que tenía en las comisuras de los labios de sonreír, incluso cuando no había motivo para ello; en Dan, que se atrevió a abrazar el amor, sabiendo que podía ser no correspondido; en su madre, que escribió su nombre en todas las etiquetas de su ropa y la dejó en la puerta de una clínica de adopción en vez de un orfanato. No sentía repulsión ni miedo había la gente que caía, no les reprochaba nada. Le dijo que se llamaba May, él le preguntó que cómo estaba, el mundo se paró un segundo, el tiempo exacto que tardo en darse cuenta de que nadie nunca le había preguntado eso, le sonrío, sabia exactamente qué decir y no estaba asustada de su respuesta:
-Cayendo.


miércoles, 20 de enero de 2016

X

El día que llegó a casa de Beatrice lo pasó sentada en la cama, con una libreta, un lápiz en la mano( a los niños no les dejan usar boli porque creen que lo que sienten no es permanente) y una mochila con un pijama. Beatrice le preguntó a la mujer que le había traído que porqué no hablaba, ella respondió que era tímida.  Beatrice sonreía mucho, aún lo hacía. Cinco años atrás, la desconocida señora Candice había dado a luz a esa niña de pelo negro y ojos grises que tenían delante, nadie se atrevería a asegurar la fecha exacta. La niña sin cumpleaños.
Dos años atrás había aparecido jugando con un llavero en la puerta de una clínica de adopción con una bolsa pequeña  de ropa vieja, todas las etiquetas marcadas con el nombre de May Candice. El psicólogo que contrató su madre de acogida cuando la niña llevaba un mes sin hablar le preguntaba que le parecía la casa, que le parecía Beatrice, qué le gustaba de estar allí. Un día le preguntó si quería volver a casa.
-¿Casa?
Ese fue el día que recuperó la voz.

IX

Beatrice no dejó de llorar durante tres días enteros cuando su hijo se fue de casa con dieciséis años, reclamando vivir su vida y estrenar su libertad, gritando que aprendería por su cuenta y que quería conocer mundo. A June le hubiera gustado explicarle que el mundo no se acaba en la punta de los dedos de sus pies y que el peso de este iba a hacerle caer, la ley de la gravedad. Pero calló, le dio un abrazo y le dijo adiós, siempre había sido muy buena mentirosa. Esa noche fue la única que Beatrice no le preguntó qué escribía, esa noche June quería decirlo:
-Escribo sobre el amor y la gravedad.

domingo, 17 de enero de 2016

VIII

June odia cuando la gente dice que el amor es bonito, el amor es fuerte, es real, es grandioso. El amor puede hacer que hagas cosas extraordinarias, puede salvar vidas, pero también puede acabar con ellas. El amor puede ser cruel, engañoso, sucio. Gracias a este hay canciones, películas e historias increíbles, por su culpa hay matanzas y guerras. El sentimiento más controvertido y ambiguo, más deseado y temido. Puede ser bonito enamorarse, puede ser bonito hacer el amor, puede ser bonito querer y que te quieran, pero el amor no es bonito. Nos empeñamos en convertir al león en un gato domesticado.

VII

Lucy siempre quiso más a los demás que a ella misma, si le hubieran dicho que debería escribir sonetos ella hubiera perdido noches aprendiendo; si alguien le hubiera dicho que le haría feliz si sacara mejores notas o si tuviera el pelo de otro color, ella su hubiera vuelto loca por conseguirlo. Ojalá alguien le hubiera dicho que la quería así, que la quería simplemente siendo Lucy. June siempre pensó que ser Lucy era extraordinario.
Supuso que se tiró del rascacielos el día que descubrió que jamás iba a conseguir ser amada por todos. Había un trocito de Lucy en cada uno de nosotros y cuando vio que no podía reunirlos todos, creyó que jamás podría amarse a sí misma. Lucy siempre fue un puzle a medias. June se preguntó cómo no había visto a Lucy cayendo, quizá se creía mejor exploradora de lo que era en realidad.

miércoles, 13 de enero de 2016

VI

Un año y treinta y tres días después del funeral, June fue a la playa con Dan, se habían visto a solas cinco veces. El sol les decía que se apresuraran, que él les iba a abandonar; la luna ya se erguía coqueta, todos los astros querían ser testigos. Él la observaba en silencio, ella reía sin mirar. Las olas apagaban el sonido de su risa y los gritos de las gaviotas que les sobrevolaban inquietas. Imaginaba qué pensarían las nubes de ellos. Dan le cogió la mano, ella lo miró, él le preguntó si le quería, ella pensó en la fuerza de las palabras.
-No.
El sonido de la playa se aferró a su alma para siempre. Volvió a mirar las nubes, Dan se fue. Las dejó a solas, a la luna y ella, le cayó una lágrima, fue una noche de luna llena.

V

Nunca se planteó ayudar a Lucy, cuando la encontró llorado en el baño, tan solo la calmó, la vio bajo la tormenta, y en vez de dejarla pasar para resguardarse, le había dado un paraguas, y al final le había alcanzado un rayo. Nunca se quiso reconocer a si misma que lo que de verdad le daba pánico es que su techo no fuera capaz de cobijarla a ella misma. El día del funeral llenó media libreta de letras vacías, se maravilló de lo poco que podían decir muchas palabras. Puedes usar mil letras y no decir nada, puedes usar una palabra y destruir un mundo, salvar a alguien, empezar algo, o acabarlo.

domingo, 10 de enero de 2016

IV.


Lucy murió dos meses después, en su funeral, June vio a un chico, más bien un niño vestido de responsabilidad y cordura, escribiendo febrilmente. Le pregunto que qué escribía, él le respondió que le ayudaba poner su pena y su incredulidad en una historia, ella se preguntó cuantas libretas harían falta para salvarla de la caída.

III.


La noche que celebró sus dieciséis, su casa se llenó de gente , de música y de risas, la casa de los Hall. Los llantos de Lucy, tirada en el suelo del baño, solo se oían cuando estabas dentro y cerrabas la puerta alejando el ruido vacío de fuera. June la encontró, le preguntó qué pasaba, su amiga dejó de llorar le sonrió, pero sus ojos ni siquiera esbozaron una sonrisa de cortesía.
-No siento nada.
Ella la abrazó, le hubiera gustado decirle" ¿No lo ves Lucy? Estás cayendo, ¿Qué se siente?" pero tan solo la consoló. Tenía demasiado miedo a la respuesta. Se preguntó cuánto haría que la caída de Lucy había empezado.

domingo, 3 de enero de 2016

II.


June se consideraba una exploradora, le gustaba observar, su especialidad era la gente que caía. Cuando sus ojos aún no habían visto más de dos mil amaneceres y sus manos aún no alcanzaban al estante de las galletas le preguntó a Beatrice que porqué su madre la había dejado.
-Estaba cayendo.
June se imaginaba a su madre, un rostro sin cara , sin magia, sin vida, cayendo desde el rascacielos más alto de Nueva York  en una noche fría de luna llena. Se preguntaba si su madre también la imaginaría a ella. El día que su cabeza alcanzó la mirilla de la puerta entendió que hay diversas formas de caer, y no hay necesidad de una gran altura para ello. Aprendió a observar, a verlos, la gente que caía.  Quizá alguna vez la observó a ella, a su madre, en su caída, June se la imaginaba planeando suavemente, aunque deseaba que hubiera estallado en mil pedazos al rozar el suelo y hubiera una parte minúscula y rota de ella en cada esquina.

I.

Su madre le había puesto May, pero ella decidió ser June, después de todo una persona que te abandona el tercer año de vida en la puerta de una clínica de adopción no debería tener voto en su vida. June era la protesta pacífica, o más bien de no-violencia, hacía una vida no escogida, ni deseada. Hacia esos días que duran tres cuartas partes de lo que deberían y la luna creciente mengua tus pensamientos.  Beatrice Hall fue, y sería siempre, la persona que se había preocupado de procurarle un hogar, de rescatarla de las lágrimas de media noche y de protegerla de la envolvente tristeza. June jamás acepto llamarse Hall. siempre sería June Candice, el legado de una tragedia anónima. Sus recuerdos en casa de los Hall serían siempre canciones de cuna en su memoria, cuentos y leyendas, que ella recogería e inventaría, siempre vivió protegida por su armadura de papel y boli.
Su hermano le preguntaba, con la inocencia que solo se les permite a los niños felices, porqué le gustaba tanto escribir, o porqué era tan buena haciéndolo.
-Soy muy buena mentirosa.