lunes, 11 de julio de 2016

Perdóname

Perdóname las huidas
perdóname el dejar de respirarte
porque el aire se me apaga dentro
y se convierte en ceniza,
las sobras de aquel cigarro viejo que te fumaste
el día que las lágrimas no sabían a sal.

Perdóname las huidas
las carreras al mar de medianoche
que si me bañé a solas y a escondidas
fue para borrar todas las huellas
que había de otros en mi piel,
hubiera querido que me encontraras en blanco.

Déjame no ser lienzo
porque ya estoy demasiado pintada
de colores que me angustian y repelo
y no me miro por no ver lo grotesco
del cuadro que han hecho de mí,
a veces el arte me oprime las costillas.

Déjame esconderme bajo las sábanas
gritar a todos los enemigos invisibles
déjame lamerme las heridas de guerra
de la que nadie recuerda
de la que nadie comenta y tan solo queda eso,
un llanto escondido bajo las estrellas.

No me escondas los cuchillos
que las sonrisas también cortan
y hoy estoy llena de heridas sangrantes
de la tinta que no usé para echarles fuera,
a los fantasmas que arrastro con pena.

Perdóname no ser tu para siempre
porque la estabilidad me la arrebataron otras
me la arrancaron del pecho
a besos, a caricias, a llantos,
perdóname mi ausencia
las noches frías de primavera.

Y viviré sabiendo que esta flor
promete pero no florece jamás,
sabiendo que me mordió el tiburón
que vivo la cuenta atrás de la melancolía,
sabiendo que tus noches son mis días
y que esta mancha de carmín es indeleble.

Pero no te haré vivir conmigo,
perdóname mis huidas
a gritarle todo esto a la playa
a una pantalla vacía de vida,
a arrancarme lágrimas de las pestañas
a enterrar mi humanidad en la arena.

Perdóname mis olvidos,
que  no son más que gritos extranjeros
en mi cabeza plagada de idiomas,
perdóname mis lamentos
acallados en murmullos viejos,
perdóname mis instintos,
perdóname,
yo desisto.





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